martes, 1 de diciembre de 2015

Memoria de Manuel Capella.



Manuel Capella es mi amigo y compañero desde los lejanos días de 1972, cuando yo hacía un programa en CX 42 Radio Vanguardia, estudiaba en el IPA y sentía que " había llegado la hora d caminar".
Desde una noche en el programa de Marta Nelly en la que conocí al Gallego y a su mama,hubo
 un lazo de amistad que se mantiene estrechamente atado hasta hoy.
Viví con Manolo el día previo a su salida al exilio, en un tristísimo mediodia con milanesas y vino y Manolo cantando: " aquí la palabra tiene mejor destino/ que ser canción moribunda en un escondrijo"( creo que la letra era de Nacho Suárez.
Y tuve la suerte de vivir también los días de su desexilio cuando lo encontramos con Pablo Escobar en Buenos Aires.
Habíamos ido allí enviados por Cinco Días, primer diario de oposición a la dictadura, que fue clausurado pocas horas después de nuestra salida de Montevideo.
Teníamos solo los pasajes y unas chirolas en moneda argentina, no teníamos donde dormir y tampoco donde cenar.
Creo que recalamos en algún bar de Corrientes y comimos pizzas y tomamos algún vino con otros compañeros( me parece que estaba Yabor, un moreno percusionista uruguayo que nunca más vi y alguno más que no recuerdo ahora).
Seguimos después con Manolo,porque basto que el supiera que no teníamos donde dormir, para que nos intimara con su vozarrón a acompañarlo.
" Vengan conmigo, se acomodaran en algún lugar donde yo estoy parando".
Era un apartamento en un lugar relativamente céntrico en el cual, cuando llegamos, había una tremenda fiesta.
Con Pablo no queríamos otra cosa más que un lugar donde tirarnos a dormir.
Estábamos muy cansados, pero también angustiados porque los compañeros de Buenos Aires nos decían que no podríamos volver hasta que la circunstancias de la clausura de Cinco Días quedaran un poco más claras.
El apartamento era una bacanal, la anfitriona,una mujer de enorme escote, nos saludo mientras bailaba con música de los Van Van.
Pablo y yo nos tiramos debajo de una mesa y nos dormimos.
Junto a Manolo Capella, he vivido muchas cosas, luchas, sueños, historias para llorar y otras para cagarse de risa.
Pero quiero recordar una que me hace sonreír hasta hoy.
Unos amigos de Manolo le dejaron un loro para que lo cuidara y él accedió enseguida.
Un loro no es un perro, ni un caballo que por ahí requieren mayor atención y cuidados.
Un loro es un ave enjaulada que solo requiere la comida, agua limpia para beber y que le cubran la jaula por la noche.
Precisamente, la primera noche Manolo que casi no había sentido al loro en todo el día, se levanto a inyectarse su dosis de insulina porque padecía diabetes.
Esta era una operación nocturna que Manolo hacia mecánicamente a oscuras y sin mayor dificultad.
Pero esa noche, en medio del silencio, se oyó una voz extraña que carraspeaba y decía: "¡ Manolo!
Manolo sorprendido por la voz de aquella extraña entidad que lo llamaba con un tono entre irónico y meloso, se espantó y se dio tremendo golpe en la cocina.
Prendió la luz, completamente dolorido, y el loro agitaba sus alas y decía "Manolo" en varios tonos distintos.
Capella sintió que el loro se cagaba de risa de el.
Durante el tiempo que duró la estadía del loro, Manolo lo puteaba y me decía a mí que no veía la hora que se lo llevaran.
El loro estaba siempre presente en nuestras conversaciones telefónicas.
Hasta que un día se lo llevaron.
Cuando me encontré con Manolo, lo vi medio tristón y como preocupado.
"¿Te pasa algo Manolo?"
-" No", me contestó.
" Sucede que aquel loro que me dejaron para cuidar, aquel por el que me golpee en la cocina....Bueno, se lo llevaron.
Y ahora lo extraño al hijo de puta".

Lejos de las lunas de Saturno
cerca de un mundo atravesado por dudas
y la crueldad de los hombres
una melodía recorre la cada
como la sombra de una mujer
Sacude las cenizas del alma
y despabila al pájaro cantor
que duerme
en el desván de la vida cotidiana.

Tarros



Imelda Marcos, la mujer del dictador de Filipinas Ferdinando Marcos,  tenía más de un millar de pares de zapatos.
Elena Ceausescu, la mujer del conductor Nicolae Ceasescu, así se autoproclamaba el dictador rojo de Rumanía, tenía cientos y cientos de pares de zapatos.
Mi abuelo Cassiano, un zapatero remendón del Brasil, tenía un solo par de zapatos para los domingos, y una vida entera de zapatillas.
En Auschwitz-Birkenau, infame campo de exterminio de los nazis, te quitaban sus zapatos al llegar y si estabas en la fila de los que sobrevivirían, un tiempo, te tiraban zapatos desde una trágica pila de calzado, de cualquier numero y a veces del mismo pie.
Dos parientas mías de avanzada edad, sufrieron la amputacion de un pie por temas circulatorios.
Una el pie derecho y la otra el pie izquierdo.
Esto motivaba un comentario de humor negro en las reuniones familiares: " qué lástima, si calzaran el mismo número podrían comprarse un solo zapato para las dos".
No exagero, ni hago literatura, este comentario se lo oí a un tío político,por primera vez, en el cumpleaños de 15 de mi hermana.
Y lo volví a oír cada vez que aparecían en fiestas y reuniones familiares.

domingo, 16 de agosto de 2015

Poema inédito de Seni Labart




Tiempos

a los 17 fume mi primer porro
escuchando a ravi shankar
en un galpón en Peñarol
- semanas antes allanado
por las fuerzas conjuntas 
en busca de los secuestrados
por los tupamaros-
10 minutos después de fumar
me puse a bailar estúpidamente
como harold lloyd borracho
- papa una madrugada en Colon-
o como Seni fumada
a los 27 mi viejo a quien yo no veía
vino a casa y abrió con su llave
para que viéramos 
que la casa seguía siendo suya
llego y llovía
el era parte de la lluvia
con su impermeable mojado
y sus odiosos zapatos acordonados
encharcando el living y la cocina
" si no te vas, vas a terminar en cana"
" ¿ pero si yo no estoy en nada, 
soy nada y me importa todo nada"
" si, pero tus amiguitos están hasta las bolas"
- y se crispo porque el nunca decía palabrotas
ni vulgaridades-
tres días y ocho horas después
me fui a París 
- me vine acá y encontré esta ventana
en puerta d' Orleans 
que mira a la calle 
en la célebre mis cuarenta años
con vino y una amiga marroquí
lesbiana y negra
-  ella pensaba 
que me llevaría a la cama-
pero ese día me diagnosticaron Cancer
se lo conté 15 minutos y una copa
después que llegara
" no te queda mucho tiempo"
me dijo y me beso en la boca
¿ no me queda mucho tiempo?


Seni Labart ( 1957-19988)
Poeta uruguaya 

domingo, 2 de agosto de 2015

Una dimensión del asco.

Una dimensión del asco.
Estos días he oído algunos comentarios respecto a un cierto libro del ex tupamaro Amodio Perez quien en su momento fue un referente de esa organización.
No voy a aquí hacer criticas oportunistas, ni voy a hacer escarnio del pasado de muchos que quiero y que pagaron con sus huesos y sus tripas su participación en la insurgencia armada.
Estoy, como en mi juventud, muy lejano de las posturas ideológicas y filosóficas que puso en armas a muchos muchachos y muchachas urgidos por sueños de justicia y de equidad.
Estoy como siempre del lado de los mayoritarios en todos los aspectos, los que quieren vivir en una sociedad de la diversidad que albergue a socialistas , colorados, batllistas, blancos, wilsonistas,independientes.
Una sociedad plural que haga de las diferencias no un punto de fricción sino por el contrario un punto de entendimiento.
Una sociedad que camine multicolor y rantifusa a paso de persona, civil, que ya lo dijo el viejo Onetti " de uniforme ni un portero".
En el Uruguay de lis 60, transido de dolor, hubo muchos que optaron por el camino de las armas, porque como creían como el viejo Mao " que el poder nace de la boca del fusil"( para mi que escucho a Bob Dylan y a Patti Smith, " power to te people", el poder reside en la gente, sin pistola en la cintura.
Perdí a muchos amigos y amigas de juventud, que cayeron en escondrijos y combatiendo.
Tuve muchos compañeros y compañeras que conocí en el movimiento estudiantil y que eligieron la violencia como herramienta para cambiar la vida y al país.
La vida y el país cambiaron, pero la verdad creo que ellos hicieron poco para que eso sucediera.
La inmensa mayoría de ellos paso por el infierno y aun los que sobrevivieron a todas las atrocidades conocidas, puede decirse que también pagaron con sus vidas por las secuelas que cargan en sus años maduros.
Este señor Amodio Pérez vendrá y sacudirá el avispero y como buen carroñero hundirá sus colmillos en las partes blandas de los comandantes de la derrota.
Este traidor contumaz, debo decirlo en relación a su organización porque es ajeno a las demás organizaciones populares, sacudirá la siesta de algunos de sus ex camaradas de armas.
Dirá mentiras, medias verdades y hasta algunas verdades que desconocemos.
En esta hora de mi edad, acompañado por la humanidad de Erasmo, Gramsci y Escohotado( entre otros espectros amigables que me visitan) pienso en los muertos y en los sobrevivientes de una época de hogueras y de espanto.
Un demonio vuelve a emporcar el aire del país y su gente.
Siento asco, mucho asco.

viernes, 26 de junio de 2015

Litto y Miguel


Memoria de Geraldo Flach.

Mi maestro, don Washington Benavides, natural de Tacuarembo, centro norte del país, escribió en un poema maravilloso  sobre lo que permanece en la memoria, hebras de vida, jirones, fotogramas de viejos filmes incunables y extraviados en cines abandonados.
Se trataba de un asunto de cacería y de perros, pero lo que permanecía en su memoria no era la aventura central como un cuento de Kipling, sino los ojos desolados de un gurisito de campaña, asomado a ver el estruendo de la perrada.
Lo que permanece en la memoria es siempre una caprichosa edición de un viejo operador en la moviola, pegando unas imágenes rodadas hace tiempo en un orden que sólo entiende el corazón en lo profundo de sus cavidades.
Así nació este programa, activado por una imagen de video de Cynthia Flach, hija del pianista, compositor y productor Geraldo Flach, pilar de la música de Rio Grande do Sul.

Ella hablaba de su padre y de la madre música y de pronto me invadió una inexplicable saudade por Geraldo Flach y su piano
A mi amigo Leonardo Deus Gil, compositor de Minas Geraes, más conocido como Leo Minax, le gusta algo que escribí sobre el mar, llamándolo de ¨teléfono azul¨.
Desde Mozart, aquel mutante, pasando por Duke, Manolo Guardia, Hugo Fattoruso o Geraldo Flach, el piano es también un inmenso mar, de armonías y melodías admirables.

Teléfono  y piano, son azules y maravillosas  herramientas de comunicar, para navegar los mares de la desolación y las hebras  divinas de los que está hecha la condición humana.
No conocí personalmente a Geraldo Flach, pero lo conozco bien, porque parafraseando al maestro Ruben Lena podría decir: " Algunos hombres son como sus músicas y por ellas se les conoce bien".
Sorprendente, provocador, obsesivo, sutil espectro de las calles de la melancolía, con sus dedos de humo y alcohol.
Sin la singular contribución de Geraldo, como compositor, arreglador y poductor, la música de Río Grande no sería lo que es.
En 2011, el cancer, esa enfermedad de espanto, nos nos privó de músicas que latían como mariposas nocturnas en el corazón del piano de Geraldo Flach.
En 2011, el dejo atrás un cuerpo que lo hacia sufrir y se hizo memoria en muchos que agradeceremos  por siempre su fecundo paso por la vida.
De esto se trata, este modesto homenaje que al sur del Sur, que hacemos desde la música y el sentimiento.


Junio de 2015, desde el viejo Malvin y cerca del mar

Atilio Perez da Cunha ( Macunaima)

viernes, 13 de febrero de 2015

Discriminacion.



Cuando mis padres eran novios, la comunidad negra hizo un baile en el Club Uruguay.
Estimo que mi viejo tendría entonces 22 y mi mama no tenía más que 16.
Era un baile de gala, de vestido largo y de cierta etiqueta, al que habían invitado a mi madre muy orgullosamente porque era hermana de un futbolista entonces reconocido.
Mi madre advirtió a mi viejo que tenía que ir vestido adecuadamente y el tuvo que salir a comprarse un traje nuevo.
Por entonces papa era oficial peluquero en una peluquería de ,la Ciudad Vieja y tuvo que salir después del trabajo apresuradamente a General Flores para comprarse el dichoso traje.
Después mi abuela le ajusto el bajo del pantalón, le plancho su mejor camisa, mientras el lustraba cuidadosamente sus zapatos.
Papa se recorto el bigote y se peino cuidadosamente con gomina y un toque de Glostora, un aceitoso producto de la época que dejaba el cabello brillante.
Saludo a su madre y a sus tres hermanas que en la intimidad le decían " Negro", aunque como ven, mi viejo, nieto de tanos y gallegos, no tenía nada de afro.
Salió contento con su traje nuevo, con la invitación al baile cuidadosamente guardada en el bolsillo, siguiendo la recomendación de la novia que le había pedido que no la olvidara.
El Club Uruguay brillaba en todo su esplendor y mi madre era acribillada a preguntas por las organizadoras;" Ah así que tenes novio?", ¿ El que hace", ¿ Cuando piensan formalizar?", " ¿ De qué familia es?".
Cuando mi viejo llego al Club los porteros que vigilaban rigurosamente el acceso no lo dejaron entrar.
Mi viejo mostró la invitación y dijo que su novia ya estaba adentro, pero los tipos seguían diciéndole que no podía entrar y que se retirara de la puerta.
En esa época no había celulares, ni mensajes de texto, ni what's app, ni cosa parecida.
Así que mi viejo se fue a la plaza a ver si mi madre lo veía desde los balcones del Club Uruguay.
Mi vieja adentro era un manojo de nervios porque había pasado ya mucho tiempo de la hora pactada y mi viejo no llegaba.
Además en esa época mi misma era una muchacha muy linda y los cuervos la tenían asediada con "¿ Me concede esta pieza señorita?"
-" No, gracias,Nestor esperando a mi novio, que llegará de un momento a otro" contestaba mi vieja.
Mi vieja salió finalmente a tomar aire al balcón y a ver si lograba ver a mi padre.
Y lo vio, paradito en la plaza Matriz, mirando hacia los balcones.
Con gestos desesperados le explico que no lo dejaban entrar.
Mi vieja se volvió iracunda hacia las organizadoras y les dijo que no dejaban entrar al novio.
-" ¿ Se habrá olvidado de la invitacion?"
-" No", contestó mi madre, " la trajo".
-" Bueno, ¿ quizás no esta vestido adecuadamente?"
- " Esta vestido como corresponde", retruco mi madre.
Una de las mujeres se levanto un poco el vestido largo y salió presurosa a ver que había pasado.
Volvio al rato para salir con un gesto d desdén a mi madre:
" Lo siento querida, tu novio no puede entrar porque no es de la raza".
Mi vieja se marcho entonces y camino con mi padre por la calle Sarandi que entonces no era peatonal.
Esa noche terminaron en el bar Mera en el barrio del hogar materno comiendo pizza y faina, mi viejo de traje y mi vieja de vestido largo.
Para redoblar la apuesta esa noche en el Club Uruguay tampoco dejaron entrar a una hermana de mi madre, mi tía Tita, porque de todas las hermanas era la mas clarita y pasaba por blanca.
Mis padres ya no están para precisar detalles que ya no recuerdo y que quizás se están volviendo literatura, pero si se como les dolió en el alma aquella noche marcada por los prejuicios y el racismo al revés.