domingo, 12 de abril de 2009

EL PACO CIGUEÑA EN UNA ESQUINA DE LA CIUDAD.


El Paco Cigueña ya había aparecido, no se sabe de dónde, para acompañar el acto de homenaje a Eduardo Darnauchans.
Hace unos días, para mi regocijo, me encontré con él en la Peatonal Sarandí.
Para Paco y para Leandro Barrios, es el poema que sigue, que ambos vivieron de verdad en el Uruguay de la dictadura, una noche después del cierre de la Feria del Libro de la inolvidable Nancy Bacelo.

El vino que no tomó Leandro

A Leandro Barrios y al Paco Cigüeña

en el setenta y tantos
leandro y el paco cigüeña
iluminados por la luz rubí de un vino francés
amanecían bajo el cielo de belvedere
con la botella entre los dos como un mástil oblicuo
y abrían los ojos
como un voile que se corre despacito
para avistar al día que está naciendo
hasta que
repentino como un temblor
un tropel de soldados en ropa de fajina
pasó gritando calle abajo
“mueran los marxistas
y los liberales”
-qué cagazo,hermanito-
los dos atónitos como lechuzones
frente a un escopetazo sorpresivo
derramaron el vino
leandro decía que fue paco
el cigüeña decía que leandro
uno y otro se pasaban la culpa
como la botella vacía
aromática como una rosa
de aquel vino francés que se perdieron de tomar
en una vereda de belvedere.

UN CRIMEN IMPUNE.


El 17 de abril de 1972 fueron fusilados en la puerta de la Seccional 20, 8 obreros, militantes del Partido Comunista Uruguayo que en ese entonces era legal y con una clara representación parlamentaria.
Tras una intentona de generar una provocación que justificara una espiral de sangre y violencia, unos días antes, había ocurrido un allanamiento de vasta proporción en el local central del PCU donde se desarrollaba un acto con cientos de personas.
A esta burda agresión de las llamadas ¨Fuerzas Conjuntas¨, amparadas por el decreto de Estado de Guerra Interno, seguiría el fusilamiento de 7 militantes que cuidaban su local partidario.
El caso, por lo menos hasta hoy, está archivado y los responsables de estos crímenes atroces, contra gente muy humilde, desarmada y con los brazos en alto, es una de las peores pesadillas del infierno que vivimos los uruguayos.
NO HAY OLVIDO, NI PERDÓN PARA ESTOS CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD.