Desde mi adolescencia, Nicaragua es Cardenal y la gesta anti somocista.
Es que nací en un país atento a los sufrimientos del mundo y de América Latina con dolores de parto. Leía la Hora 0 de don Ernesto y mi corazón se estrujaba por el sufrimiento de los que allí peleaban por la libertad, por la justicia, por el aire limpio de la democracia.
Hace un tiempo, poco más de dos años, conocí en la carretera de internet a Katia y Salvador Cardenal(es curioso, habíamos editado un tema de Guardabarranco en un cassette del desaparecido sello independiente La Batuta en 1985), y después a Moisés, a Elsa y a otros compañeros creadores de la canción popular nicaraguense.
Con duro esfuerzo, me imagino, ellos me mandaron desde Managua algunos de sus discos.
Desde acá, desde el sur del Sur, toco sus músicas en la radio Emisora del Sur, una de las cuatro radios estatales, donde comparto con otros una aventura de comunicación y americanismo.
No es mucho, pero es algo, un puente para unir los dulces pedazos de la patria grande latinoamericana. Si alguien de Costa Rica lee estas pobres líneas que apuntan al abrazo que me gustaría darle a mis hermanos nicaraguenses, que vaya y se los dé por mí.