E finito
“Hemos bebido tanto rocío
a cambio de nuestra sangre
que la tierra cien veces quemada
nos hace agradecer estar vivos.”
François Cheng
la primer gran muerte
de mi vida
fue la de mi tía Enriqueta
del Cerro
hermana mayor de mi madre
se parecía a ella
- en su madurez-
pero con un rictus
de severidad y marcada fiereza
murio a los cuarenta años
de un derrame cerebral
en un taxi rumbo al hospital
mi tío Mario
jugó en la seleccion
de Santa Isabel
de Paso de los Toros
paso luego a Central
y después a Peñarol
centro half
dejo la cancha a los veinte y pocos
y murio a los 36
de un ataque súbito al corazón
mi tío Hugo
pocos días después
de ser liberado del Penal de Libertad
-donde fue confinado por la dictadura-
murio también así
mientras ensayaba una jugada de ajedrez
mi madre
sufrio dos ataques cardiovasculares
uno en la víspera
del primero de mayo de 1983
- “ es la herencia maldita”
decía mi padre
en el pasillo del hospital-
el segundo ataque
la dejo fuera de combate
después de ocho días en coma
a la edad que yo tengo ahora
a los 68 años
con el corazón siempre
detrás del alambrado
hay noches de altillo
fantasmales y cerradas
como grilletes
en las que temo
no llegar a conocer
la carita de mi nieta.
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