domingo, 25 de julio de 2010

Investigan por posible plagio a la escritora Mercedes Vigil

Investigan por plagio a Mercedes Vigil Y a ex director de la Biblioteca Nacional
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El actual director, Carlos Liscano: “lo hago cumpliendo obligaciones de
funcionario".


Por Andrés Alsina, para EL OBSERVADOR, 25 de julio de 2010

La Biblioteca Nacional inició una investigación administrativa sobre un presunto
delito de plagio y otro de apropiación indebida de fotos del patrimonio de la
institución cometido en el libro La triple alianza: La guerra contra el Paraguay
en imágenes, firmado por Mercedes Vigil y Raúl Vallarino, y editado por Planeta
en 2007.
La denuncia fue hecha al nuevo director de la Biblioteca Nacional Carlos Liscano
por la investigadora y profesora de Historia Alicia Fernández, reiterando la que
hizo en oportunidad de la publicación del libro.

Tras consultar a la asesora jurídica de la Biblioteca Nacional Cecilia Perrone,
Liscano dispuso el martes de la semana pasada el inicio de la investigación.
Liscano especificó a El Observador que “Lo hago cumpliendo obligaciones de
funcionario y jefe de la institución. Es lo que debo. Es decir, al margen de mis
ideas y opiniones al respecto, cumplo con mi deber, o con varios deberes:
proteger a la institución y a los funcionarios que de mí dependen. Mi aspiración
es que todo se aclare y que no vuelva a repetirse”.Fernández viene trabajando en
el tema desde su ingreso como becaria a la Biblioteca Nacional en 1978, en
tiempos en que la dirigía José Pedro Barrán, y se le asignara el trabajo de
identificar y clasificar el vasto archivo fotográfico de José María Fernández
Saldaña, comprado a sus herederos. Dado el número de imágenes sobre la Guerra
del Paraguay (1864-70) se formó un archivo especial con ellas que pasó a
constituir la sección de Materiales Especiales, que creció de 12.000 a las
actuales 45.000 imágenes.
Alicia Fernández trabajó en consecuencia desde entonces en el tema junto a su
colega Oscar José Villa, y la publicación de la investigación se inició en la
Revista de la Biblioteca Nacional Nº 19, de junio de 1979, con el artículo “La
fotografía en la perspectiva de la Historia Nacional”. La continua investigación
se editó en otras publicaciones, siempre con los autores intelectuales y el
origen del material fotográfico debidamente acreditado.
No es posible, aseguró ella a este diario, aducir ningún otro origen al material
fotográfico, dada que las fotos son únicas. En cuanto al texto publicado por
Planeta, contendría un 18% del texto de la investigación publicada según una
estimación primaria, y hay más de un tramo textual que supera las 350 palabras.

Mercedes Vigil dijo el viernes a este cronista que se negaba a comentar sobre
este libro, y que las consultas al respecto debían dirigirse a su abogado, el
doctor Leonardo Guzmán. Aparentemente ella sólo se adjudica la autoría de la
cronología que incluye el libro y habría un contrato entre ambos autores por el
que las fotografías aparecen como propiedad de Vallarino. Según Fernández y ante
su colega Villa, el entonces director de la Biblioteca Nacional Vallarino la
abordó con un cd virgen en mano el 26 de noviembre de 2004 ordenándole que le
copiara allí la investigación, lo que se hizo a las 10 y 45 minutos, según
indica el registro de la computadora. Vallarino argumentó, según la versión de
Fernández, que era para “publicarlo” aunque no especificó que sería como obra
propia.

En el informe hecho por Perrone ante la primera denuncia de Fernández, en 2004,
la asesora letrada califica en términos que reconoce no son jurídicos la
actitud de quienes firman la obra, Vigil y Vallarino: desparpajo y descaro.
Afirma además que “utiliza casi textualmente obra ajena, se configura abuso de
funciones, se presionó a funcionarios en ejercicio del orden jerárquico, se
utilizó material sin la debida autorización ni cita, se apropió de creaciones
intelectuales de funcionarios e investigadores”, y finalmente que “no sólo no se
efectuaron citas sino que se eliminó prueba de ellas” al quitarse sellos de la
Biblioteca Nacional estampados en las fotos. Al respecto, los escritores Vigil y
Vallarino omitieron borrar un sello sobre la foto de “Una familia de indios
pampas”, publicada en la página 105 de la edición de Planeta.

La investigación iniciada considera desde su mismo inicio que hay elementos
suficientes para presumir que la actuación tendrá consecuencias legales, tanto
civiles como penales, pues presuntamente se violaron derechos de propiedad
intelectual de la institución al ser hecho el trabajo por sus funcionarios en
horarios de trabajo y en sus funciones específicas, y por haber sido usado el
acervo de la Biblioteca nacional sin las debidas citas y particularmente sin
autorización. El trabajo de Fernández y Villa fue reunido en un solo volumen de
223 páginas editado por la Biblioteca Nacional en 2008.


Busque semejanzas
El viernes 26 de noviembre de 2004, el entonces director Vallarino obtuvo, según
la imputación hecha, copia del texto de la investigación hasta esa fecha. Además
de en ediciones anteriores, este texto está hoy publicado en 2008 en el volumen
que reúne el total del trabajo de treinta años de Fernández y Villa y
coincidentemente, partes de él en el volumen firmado por Mercedes Vigil y Raúl
Vallarino.
Las coincidencias son en algunos casos textuales, en otros síntesis de tramos y
en otras más, texto reescrito. La bibliografía que consigna el libro de Planeta
es la misma que la del trabajo de Biblioteca Nacional, a la que le suman 8
títulos. Pero en ningún caso el texto considerado por Vigil y Vallarino remite
específicamente a la bibliografía.
Un ejemplo sin cita de respaldo, reseñado al inicio del libro de Planeta:
“Con las primeras experiencias llevadas a cabo por daguerrotipistas en la guerra
entre EE.UU. y México (1846-1848) y en la oleada revolucionaria de 1848 en
Francia, se inicia la relación entre las impresiones y los acontecimientos
históricos de relevancia. Durante la Guerra de Crimea (1854-1856) se hicieron
reportajes fotográficos. Carol Popp de Szathmary, pintor y fotógrafo de
Bucarest, fue el pionero en registrar soldados rusos y turcos y compiló una
serie de álbumes para exhibir en la exposición de París en 1855.”

GATO BRODER



Querido Atilio:

Anoche fue una de esas noches mágicas. El barrio La Latina de Madrid sonó a murga y los afectos se dispararon.
De pronto, a la salida del teatro me encuentro con un caballero de barba blanca, cabellos largos... -yo a usted lo conozco- le dije.
De inmediato me extendió su mano y me preguntó quien era. Bastó decirle que era amigo de Macunaíma para
que me diera un gran abrazo. Estuvimos un rato largo charlando, intecambiando teléfonos y proyectando futuros encuentros.
Acá te mando la foto junto con el gran abrazo que te envió el querido Poni Micharvegas. Otro abrazo de mi parte Macu... vamo'arriba.

ELDER SILVA EN EL CENTRO CULTURAL DE PLAZA DE LOS OLIMPICOS





Presentación del libro de Elder Silva Rivero el 22/7/10 en Malvín



Ricardo Fort no conoce a Elder Silva Rivero.
Y si lo oyera nombrar pensaría que se trata de algún productor agropecuario de la pampa lejanísima y ajena.
Las novias de Ricardo Fort tampoco lo conocen, aunque estoy seguro que a Elder les gustaría conocerlas.
Viviana Canosa, Juanita Viale, Jorge Rial, Belen Francese tampoco tienen ni idea de quien es, porque sus libros no son objeto de comentario alguno en los programas de actualidad.
Elder nunca será invitado al Show de Cristina en Miami a compartir el set con portorriqueños que hablan con dios y cubanos que se comunican con extraterrestres.
Patricia Zangaro y Sarita Perrone tampoco tienen idea.
Y que no tengan idea sobre alguna cosa o sobre todas las cosas, no es ninguna novedad.
Así está el mundo amigos, al menos, el mundo bajo el imperio de la Televisión Chatarra el engendro menemista que nos coloniza cada hora de nuestra vida uruguaya.
Los asuntos verdaderamente importantes son que Fulanita se puso tetas, Zutanita se hizo la cola, a Menganita le explotaron las tetas y la Mole Moli no se baña.
A ese mundo de bisutería y chatarra no le importa la poesía, ni los poetas.
Sobretodo cuando dicen: ¨Toda poesía es hostil al capitalismo¨, como alguna vez lo dijo Juan Gelman, a quien los grandes medios no tienen tampoco el gusto de conocer.
Pero yo sí conozco a Elder Silva Rivero, porque soy uno de esos
¨dos que retornan entre reflectores
por calles
enteramente oscuras, enteramente claras
En la memoria
la brea derretida
sobre el pavimento, el revés de lo otoñal,
tensos renglones de un kerouac
que murió solo
y con un derrame intestinal¨.
Estoy por eso aquí esta noche, cerca de la geografía conocida de mi barrio, con familia, amigos y vecinos, celebrando al poeta que conozco y del hombre que camina conmigo
desde hace más de 30 años.
Ese hombre es mi amigo, mi hermano, mi compadre, mi camarada, mi compinche y, si es necesario el puntero ventilador del equipo en el que juego con otros veteranos.
No esperen Uds. de mí un sesudo análisis literario, una visión crítica, soy sólo un poeta menor o acaso un lector apasionado de una sociedad de poetas entre los que se encuentra Elder.
Elder Silva Rivero nació en Colonia Lavalleja, en el Salto Oriental en 1955.
Maestro destituido y poeta resistente, llegó a Montevideo en 1977, y él dice que me vio a poco de llegar en la esquina del Sorocabana sentado en una moto.
Durante años, debo confesar, esta anécdota recurrente en boca de Elder en reuniones de amigos y compañeros, me resultaba un poco a ficción literaria.
¿ Yo en una moto? Imposible, fantasías de Elder.
Pero parece que, como dice Serrat, de lejos se ve más claro, porque realmente sucedió así.
En aquellos duros días del 77, probablemente la moto fuera la de mi amigo Carlos Perdomo, un bribón melancólico al que quise mucho y que era oriundo de Malvín.
Pero no puedo precisar quien fue el que me presentó a Elder, podría haber sido el entrañable poeta y periodista Alejandro Michelena, o Brian Peralta un maestro salteño en cuya casa se encontrábamos a veces los que vivimos como huérfanos bajo la dictadura.
No importa demasiado como fue nuestro primer encuentro que selló un lazo de sangre y afecto para siempre.
Si puedo recordar que Elder aleteaba y daba saltitos nerviosos como un pájaro que quiere comerse el campo azul del cielo.
Me habló de unos poetas de Salto, sus amigos y compañeros, especialmente de Juan su amigo ferroviario.
Estábamos muy solos y cagándonos de frío en medio de la hora aciaga de la dictadura, así que nos abrigamos mutuamente partiendo el pan escaso y las tibiezas escasas que disponíamos.
Compartimos entonces inolvidables aventuras en tertulias literarias a las que caíamos porque estábamos muy mal comidos, y un plato caliente y un buen vino vale cualquier sacrificio, como lo dejó demostrado el poeta Luis Pereira, sutil transformador de una obra completa en un suculento chupín de pescado.
Anduvimos juntos, con otros poetas, nuestros hermanos Víctor Cunha, Luis Pereira, José Luis Hernández, y cantores, resistiendo como pudimos, para llenar el silencio de ruidos y ruiditos.
Por eso, nos saltaba la térmica, cuando de afuera nos llamaban ¨la generación del silencio¨.
Con Elder Silva Rivero y otros cuates, que ya he mencionado, hubiera ido de viaje a San Francisco en la costa Este de Gringolandia, para andar de carretera y carretera haciendo nuestra propia novela on the road.
Pero no pudimos,
Con nuestro grupo Fabla y con Elder anduvimos por cooperativas de viviendas, centros cristianos de base, organizaciones sociales y en las primeras organizaciones sindicales permitidas, cuando aún estábamos en dictadura.
Durante estos años alumbramos hijos, libros y mantuvimos la lealtad a la poesía y a maestros comunes como Washington Benavides o Walter Ortiz y Ayala.
Y festejamos algunas ganancias, padecimos algunos timos, a esta altura de escasa significación y tambié
n lloramos, juntos, perdidas irreparables como la de nuestro amigo/enemigo más íntimo, Eduardo Darnauchans,
Treinta años después, de aquella tarde o nochecita, en la que Elder Silva Rivero saltaba como un pájaro en la rama, estoy aquí en este punto impreciso entre el Buceo y Malvín,
introduciéndolos a su poesía ya su nuevo libro.
Pero antes estuvo líneas de fuego:
( Leo ¨La CAJERA DEL OXFORD¨)
UN VIEJO ASUNTO CON EL SOL
( leo Villa Española)
Cuadernos agrarios
( Leo Salto Pueblo Lavalleja)
Mal de amores
( Leo Meesa familiar)
La frontera es como un leve campo de manzanillas)
Leería el poema a su padre, pero no puedo, me afanaron el libro)

Y ahora viene Sachet.
En este punto ya no leo nada.
Doy un abrazo a Elder Silva Rivero y dejo que él se encargue.