viernes, 26 de junio de 2015

Litto y Miguel


Memoria de Geraldo Flach.

Mi maestro, don Washington Benavides, natural de Tacuarembo, centro norte del país, escribió en un poema maravilloso  sobre lo que permanece en la memoria, hebras de vida, jirones, fotogramas de viejos filmes incunables y extraviados en cines abandonados.
Se trataba de un asunto de cacería y de perros, pero lo que permanecía en su memoria no era la aventura central como un cuento de Kipling, sino los ojos desolados de un gurisito de campaña, asomado a ver el estruendo de la perrada.
Lo que permanece en la memoria es siempre una caprichosa edición de un viejo operador en la moviola, pegando unas imágenes rodadas hace tiempo en un orden que sólo entiende el corazón en lo profundo de sus cavidades.
Así nació este programa, activado por una imagen de video de Cynthia Flach, hija del pianista, compositor y productor Geraldo Flach, pilar de la música de Rio Grande do Sul.

Ella hablaba de su padre y de la madre música y de pronto me invadió una inexplicable saudade por Geraldo Flach y su piano
A mi amigo Leonardo Deus Gil, compositor de Minas Geraes, más conocido como Leo Minax, le gusta algo que escribí sobre el mar, llamándolo de ¨teléfono azul¨.
Desde Mozart, aquel mutante, pasando por Duke, Manolo Guardia, Hugo Fattoruso o Geraldo Flach, el piano es también un inmenso mar, de armonías y melodías admirables.

Teléfono  y piano, son azules y maravillosas  herramientas de comunicar, para navegar los mares de la desolación y las hebras  divinas de los que está hecha la condición humana.
No conocí personalmente a Geraldo Flach, pero lo conozco bien, porque parafraseando al maestro Ruben Lena podría decir: " Algunos hombres son como sus músicas y por ellas se les conoce bien".
Sorprendente, provocador, obsesivo, sutil espectro de las calles de la melancolía, con sus dedos de humo y alcohol.
Sin la singular contribución de Geraldo, como compositor, arreglador y poductor, la música de Río Grande no sería lo que es.
En 2011, el cancer, esa enfermedad de espanto, nos nos privó de músicas que latían como mariposas nocturnas en el corazón del piano de Geraldo Flach.
En 2011, el dejo atrás un cuerpo que lo hacia sufrir y se hizo memoria en muchos que agradeceremos  por siempre su fecundo paso por la vida.
De esto se trata, este modesto homenaje que al sur del Sur, que hacemos desde la música y el sentimiento.


Junio de 2015, desde el viejo Malvin y cerca del mar

Atilio Perez da Cunha ( Macunaima)