Robert Allen Zimmerman, )(a) Bob Dylan, o al vesre, es decir Bob Dylan, (a) Robert Zimmerman, está llegando en una gira imposible, como sólo puede hacerla ese imprescindible hermano mayor, nada de padres, que el 24 de mayo cumplirá 67 años.
Mi hijo Miguel, con sus 18, se retuerce y dice que no puede creer que él no podrá ver a Bob Dylan en concierto(toca en el Hotel Conrad, Punta del Este, y sale un montón de guita).
Estoy con la ciática del alma, que te provoca la edad madura, así que no lo desaliento del todo y, tampoco, lo aliento demasiado. De verdad, es un poco absurdo que vaya allí, pero seguramente la fecha del Conrad es la única posible, o es el único contratista posible.
Me acordé de un sobrino de Henry Segura, compañero del diario El País, que se vino a dedo desde Tacuarembó para oír a Dylan desde afuera en el Cilindro Municipal.
Seguro que Miguelito encontrará su camino para oír al viejo Maestro. Y si no lo encuentra, gracias a los dioses del camino, encontrará la totalidad de sus discos oficiales y una buena cantidad de discos piratas del artista más pirateado de la historia.
No escribo estas líneas con pena por él, por el contrario, me devuelve a mis años de fuego y bronca insurgente cuando escribí este poema al que mi brother Eduardo Darnauchans puso música:
Dylan
ese perro que aúlla
a las sombras
ese agujero en la suela
del zapato derecho
esa noche en el alma
que no termina nunca
esa lápida mundo
donde estrené mi llanto
ese árbol que vestirá mi carne
finalmente
apuntan hacia dylan.