domingo, 24 de noviembre de 2013

AL SUR DEL PARALELO 30





Desde 1969, cuando era poco más que un adolescente, estoy en los medios de comunicación vinculado a la música popular uruguaya.
Mis primeros artículos en publicaciones y periódicos estudiantiles, del colegio secundario y después a nivel universitario, me llevaron a una primera experiencia radial y, posteriormente, a escribir en un diario de tiraje masivo.
En un principio, estaba ligado esencialmente a los músicos de mi generación que, a nivel urbano, experimentaban con la mezcla del rock anglosajón con formas musicales absolutamente uruguayas como el candombe y la murga.
La música popular brasileña y el jazz eran la otras vertientes que nutrían la música que por entonces hacían músicos extraordinarios como Eduardo Mateo, Urbano Moraes, Pippo Spera, entre otros.
En mi caso particular, que no soy músico, sino un simple escuchador y comentador de músicas, la música popular brasileña venía de la influencia familiar, soy nieto de brasileños, así que desde Ary Barroso, Os demonios da Garoa, Luiz Gonzaga hasta Tom Jobim, la bossa, el samba, el choro, entre otras, no eran sonoridades ajenas en mi casa natal
Hacia fines de 1978, un amigo tejedor que había andado on the road por las playas del litoral riograndense, me trajo un vinilo del desaparecido sello ISAEC de Porto Alegre.
Ahí escuché por primera vez a músicos, hermanos queridos, como Bebeto Alves, Carlinhos Hartlieb, Nelson Coelho de Castro, Claudinho Veracruz y mi parceiro Raúl Ellwanger.
Comencé a tocar ese disco colectivo en la radio, y casi instintivamente percibí que había un destino común, lazos de sangre y música que nos unían regionalmente a uruguayos y gauchos.
No es extraño que un año después, cuando comenzaba el principio del fin de la dictadura uruguaya, invitáramos a Raúl Ellwanger a un recital multitudinario de la música uruguaya en el Estadio Centenario.
Con una perversidad kafkiana, las autoridades permitieron la publicidad en medios masivos del recital, la venta de entradas y el montaje del escenario y todo lo demás, pero, unas horas antes, prohibió su realización.
Raúl Ellwanger, el primer adelantado de la música de Porto Alegre, que venía a tocar en un recital que habría reunido a miles de personas, terminó con nosotros devolviendo el dinero de las entradas y tocando, unas horas después, en una función privada para los colegas y amigos de Montevideo.
Unos días después de la suspendida actuación del Estadio Centenario, viajamos a Porto Alegre con el director de teatro Luis Vidal y el músico Yabor, a la realización de ¨Explode 80¨, un recital colectivo en el Araucho Vianna.
Desde ahí, llevo casi treinta años, difundiendo los discos de Raúl Ellwanger, Nelson Coelho de Castro, Bebeto Alves, Carlinhos Hartlieb, músicos que considero mi turma.
Pero también de los nuevos creadores como Orestes, Mario Falcao, Richard Serraria, Vitor Ramil, etc.
Toco sus músicas en la radio, Emisora del Sur 94.7 FM(pueden oírla por la Internet: www.sodre.gub.uy), una de las cuatro radios estatales uruguayas, como mi amigo César el tejedor urdía los hilos en su telar.
Esas músicas son vigas de un puente que estamos construyendo entre uruguayos y riograndenses, al sur del sur.
Un día y otro, llega a Porto Alegre un Daniel Drexler, una Ana Prada o un Sebastián Jantos desde nuestra querida Montevideo, reconociéndose en la milonga y otras músicas con sus pares de aquí.
Un día y otro, pero aún muy lejos de la frecuencia que quisiéramos, llegan a nuestra ciudad jóvenes creadores como Mario Falcao o Richard Serraria.
Esas voces comienzan a integrarse a nuestro ámbito auditivo, hecha añicos la precaria barrera del idioma.
Así que los que estamos en el medio artístico-cultural comenzamos a soñar con caminos que se abren, de ida y vuelta para nuestros músicos, poetas, teatristas y artistas en general.
Porque, como dijo el poeta, ¨no se puede vivir sin el pan y sin la camisa, pero tampoco sin sueños¨.
El nuestro es un sueño alto y de enorme claridad: la efectiva integración cultural regional.
Nos falta aún mucho por hacer, el gobierno recién electo en Uruguay deberá abordar, entre otros temas domésticos, el tema de una integración cultural más concreta y real.
La integración cultural regional no puede quedarse en los discursos y en las palabras floridas, es una tarea insoslayable del tiempo que viene.
Porque hoy resulta mucho más fácil para un creador de Montevideo tocar en Madrid que en Porto Alegre, y al revés sucede exactamente lo mismo.
(Bebeto, Raúl, Nelson,¿cuánto hace que queremos verlos en Montevideo?)
Es tiempo de acabar con estas absurdas barreras que balcanizan una región del sur que tiene mucho en común en sus formas musicales, en la cultura y la sensibilidad imperantes, en las costumbres, etc.
Por eso, estoy aquí, junto a mis hermanos cantores y creadores, en mi doble condición de periodista y de poeta, acompañando este sueño posible que es la integración de nuestras patrias musicales
Porque con Juan Cunha, un poeta mayor de mi tierra, aprendí que ¨Si soñamos, fue con realidades¨.


Me hubiera gustado nacer músico de blues



no importa si guitarrista
como blue bloy king
o dedos rápidos
como fats waller
preferentemente
negro
-como deseaba reencarnar
djavan
aquel pariente de Alagoas-
pero da lo mismo
si blanco o amarillo
o con los dedos manchados
de vitíligo
filigrana de las penurias
de la vida
a mi no me hubiera importado
cómo
sino ser simplemente
un condenado
músico de blues
bien podrido
un lobo aullador
como chester burnett
hamacándome
sobre un puente de guitarra
acariciando las notas
con la gracia de un jugador de cartas
a lo John lee hooker
o ser tal vez
el  muchacho perdido
que escribió  love in vain
como un pacto de sangre
alguien
capaz de vender su alma
a lúcifer
o a cualquier otro demonio
con tal de tocar blues
saliendo de la encrucijada
me hubiera gustado
ser un músico de blues
de cualquier modo
trepando por viejas escaleras
de hoteles aún más decrépitos
-las entrañas a veces
se ven desde afuera-
disfrutando un trago de bourbon
-el mejor de todos los posibles-
ese que descansa sobre el piano
o al costado del estuche
de la Gibson Les Paul
un músico de blues
más quemado que Gardel
con el mundo del capital
y las baratijas
porque tocar blues
no inhibe la conciencia
de clase
me hubiera gustado
sentir en las tripas
los parlantes metálicos
de la guitarra acústica
de bukka White
preparándose para morir
porque tocar blues
no inhibe las honduras
del alma
músico de blues
de carretera y riel
de barro y cristal
de agonía y éxtasis
me hubiera gustado nacer
músico de blues
para poder saludar a tom waitts
como un compadre
ofrecerle un trago a él y a su chica
y cuando tocara pasar para el fondo
del bar
para enfrentarme
a la pared
del baño
habría meado mi sombra
una vez más
para rezar:
“carajo
me hubiera gustado nacer
músico de blues”.


HASTA SIEMPRE HEBER RAVIOLO

Hasta siempre, querido Heber Raviolo.

El viernes falleció Heber Raviolo, docente, crítico, director de Ediciones de Banda Oriental.
Lo conocí en 1969 en medio de un conflicto de secundaria, yo era militante estudiantil y Heber pertenecía a la Asamblea articulo 40 de la gremial de profesores.
Desde 1978 estreche mi relación con el a través de Ediciones de Banda Oriental.
Nos deja a los 81años.


Heber Raviolo (1932). Crítico y editor. Nació en Montevideo. En diciembre de 1963 egresó de la sección Literatura del Instituto de Profesores “Artigas” y ejerció la docencia hasta que, destituido por la dictadura, se dedicó a su tarea como editor de Ediciones de la Banda Oriental.
Desde la segunda mitad de los cincuenta ejerció la crítica literaria en publicaciones periódicas: revistas El Ciudadano y Asir. Dirigió la página literaria de Época entre 1964 Y 1965, y la del semanario Marcha en sus últimos y definitivos cuatro números entre las zozobras de las clausuras (1973-1974). Funda y codirige la revista Brecha en sus dos números de vida (1968-1969).
Fue integrante del consejo de redacción de Tribuna Universitaria, revista de la FEUU. Precisamente, a partir de esa experiencia decide, junto a un grupo de egresados universitarios, crear Ediciones de la Banda Oriental (1961), en la que se desempeñó activamente, en funciones de Director General de la empresa y de varios planes editoriales.
Debido al impulso editorial del libro uruguayo y latinoamericano, especialmente la narrativa “criollista” y regional, Raviolo se encargó de prologar varias decenas de volúmenes, tarea encarada con mayor intensidad a partir de la formación de “Lectores de Banda Oriental”, colección mensual para suscriptores inaugurada en 1978, de la que fue ininterrumpidamente su director y en la que prologó panoramas del cuento latinoamericano y relatos de varios escritores del continente. Se especializó en Juan José Morosoli, Líber Falco, Anderssen Banchero y Julio C. da Rosa.
En su carácter de director de Banda Oriental, fue el responsable de una tarea editorial que se refleja en más de 3.000 títulos publicados; obras que recogen el pensamiento, la sociedad y la literatura de nuestro país.
En su carácter de investigador, Heber Raviolo realizó una importante tarea de investigación, estudio y recopilación, que se concreta en la Colección Biblioteca Ciudad de Montevideo.