Jorge Luiz Borges
es la luz sobre el Río de la Plata
el mundo de la literatura y sus confines.
Roberto Arlt es un zurcidor de imágenes
de una ciudad
en el comienzo del derrumbe
de su testa coronada.
Con hombres y mujeres de medias lenguas
de los conventillos y de los desvanes
donde los sueños se pudren como calas
en la desesperanza.
Sus novelas son duros puñetazos
a la mandíbula
que te mandan a la lona
para que te despiertes
antes que termine el conteo.
Osvaldo Soriano es un nueve de área
en la eternidad
de un astroso short deportivo.
Cada vez que la Academia lo niega
o lo desaparece
Osvaldo se rasca gloriosamente
una nalga.
Su literatura de asfalto y carretera
pone a rodar viejas matinées
en la moviola
mientras todo se llena
de olor a tabaco marlowe y whisky
perdedores sin remedio
globos de cómics
y también
pifias de centro delantero
( los mejores también erran
penales imposibles).
Escritores y escritoras
cuyos libros acabarán en la mesa de saldos
-inevitablemente-
lo tachan de narrador simplista
previsible y efectista
porque sus libros se abren
como ventanas luminosas
para la gente sencilla
de las fabricas las escuelas de adultos
y las bibliotecas populares.
Entonces el que se rasca una nalga
soy yo.
Haroldo Conti es el escritor del sur
de crecidas, obrajes, alamos Carolina,
rancheríos y miserias humanas
iluminadas a queroseno.
Y del corazón del verano
donde habita el dorado.
Conti es un escritor esposado
una nochecita en el Tigre
con un sweater sobre los hombros
que le puso su mujer
antes que lo chupara
un grupo de tareas especiales.
Leopoldo Lugones es la penosa memoria
de los infiernos de las comisarías
torturas y apremios ilegales
la picana eléctrica
inventada por su hijo
que cambio la poesía
por los galones de la policía.
Lugones que se propone vanguardia literaria
para superar el modernismo hispánico,
con el golpe militar de Félix Uriburu
bendice la hora de la espada.
La corneja despliega sus plumas
con sus cánticos fascistas
y antidemocráticos.
Anticipando la era de los Fuhrer,
los Duces, los Generalísimos, los Conductores
Y los dictadores de toda laya.
“ Sus razones casi nunca
tenían razón”.
Lugones es whisky, melancolía y cianuro
- justamente el que condenó el suicidio
de Horacio Quiroga-
y es también su nieta Piri
desaparecida
arrastrándose en un campo de exterminio
de la dictadura militar.
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