domingo, 22 de noviembre de 2009

Bar Garota de Ipabema

El Tío y Pablo
Pablo
Daniel Antonio Bosch Suárez

Bar ¨Garota de Ipanema¨

Para el Flaco Bosch, siempre

¨¿En qué lugar están las leyendas?

¿Con qué sueñan las estrellas del MTV latino?

Daniel Bosch Suárez

1969, Instituto Alfredo Vászquez Acevedo. Los caracoles avanzan, caminando hacia atrás.

Manuel Scorza me invitó a su casa, antes de ir a clases. Era una casona de Pocitos viejo, en la que había una atmósfera hospitalaria y amigable, impuesta en primer lugar por sus padres, dos personas amables, refinadas y cultas, que te hacían sentir un igual aunque provinieras del hogar más humilde. Aunque los Scorza no hacían nunca preguntas incómodas, cada vez que los visitaba me sentía intimidado. Tal vez fuera por mi ropa desaliñada, mis zapatos tristes, mi falta de roce y mis modales toscos.

Manuel tenía dos hermanas mayores, una de ellas una rubia espectacular, cuatro o cinco años mayor que nosotros, que cada vez que me hablaba me hacía tartamudear y bajar la cabeza como atraído por una perversa ley de gravedad. Ese día, con amable familiaridad, Marta nos condujo a la cocina, un recinto amplio y luminoso que oficiaba como punto de reunión de los jóvenes de la casa y como comedor diario. Nos invitó con un sandwiche y un vaso de jugo. Bromeó sobre el hecho de que no podía invitar con cerveza a menores de edad, aunque me faltaban unos meses para cumplir 18 y Manuel andaba cerca. ¨Y mucho menos ¨, dijo riendo, a dos tipos que se van a clase de literatura¨. Después puso un disco en el combinado, un tocadiscos con radio, un lujoso mueble ubicado en la biblioteca de la casa. Desde allí se escuchaba una voz femenina cantando:

Olha que coisa mais linda /mais cheia de graça /é ela menina /que vem e que passa /num doce balanço,/ caminho do mar

Marta me preguntó al rato si me gustaba la música y le dije que me gustaban Los Beatles. Para disimular mi nerviosismo, fui hacia el tocadiscos y examiné la tapa del disco como si fuera un conocedor. Era un disco de Astrud Gilberto, Joao Gilberto y Stan Getz. La canción era ¨Garota de Ipanema¨y aunque no me resultaba difícil entender la letra en portugués, desconocía quiénes eran sus autores.

Salimos para el IAVA a la clase de literatura con la Profesora Idea Vilariño, y luego subimos con Manuel al salón de actos en el que se desarrollaba una asamblea informativa sobre uno de los conflictos obreros que proliferaban esos días, la famosa escalada de caos y desorden¨ de la que tanto hablaba el gobierno para justificar su política del garrote y de Medidas Prontas de Seguridad.

Allí estaba Rosario Barredo con sus jeans, sus trenzas y su aire de mayo francés, destacándose entre los compañeros que estaban en el escenario del salón de actos. Daniel Scazzo llevaba la voz cantante:

¨El año pasado el movimiento estudiantil sacudió al mundo de norte a sur y selló con sangre su alianza con el movimiento obrero. Ahora estamos redoblando nuestra solidaridad con los trabajadores, sabiendo que a la vanguardia están las armas clandestinas del pueblo. Por eso, digo, tenemos que desarrollar medidas en apoyo a los compañeros de Frigonal¨. Desde donde estaban ubicados mis compañeros de agrupación salían murmullos y voces de desaprobación. En el otro sector de la asamblea, Rosarito Barredo se reía irónica, otros gritaban amenazantes contra el reformismo.

De la asamblea pasamos a manifestaciones relámpago que se desarrollarían en distintos puntos. La primera fue a la la salida del turno, casi a domicilio, ya que se hizo en 18 y Eduardo Acevedo y una vez más los vidrios de Canal 4, ubicado entonces en esa esquina, sintieron la furia de los compañeros más combativos. Hubo quema de cubiertas y un cruce de consignas. Cuando arrojaron los primeros gases, nos dispersamos hacia el segundo punto de concentración.

La segunda medida se realizó en Sierra y Miguelete, con participación de otros centros de secundaria y de la universidad, la idea era salir desde ese punto y llegar tan lejos como se pudiera en dirección del Palacio Legislativo. Había mucha más gente que en la primera, muchas caras nuevas, mis compañeros de agrupación ya no estaban. Así que finalmente me encontré solo, en medio de una multitud de desconocidos que vociferaban.

Un muchacho de gabán azul, pasó corriendo y me gritó: ¨Hay que dispersarse, compañero….vamos a Química¨. Corrí detrás de él por calles poco frecuentadas por mí y acabamos bordeando el Palacio Legislativo. Al llegar al jardín de la facultad de Química nos sentamos en las escalinatas, mientras ambos buscábamos alguna cara conocida. Lo observé mejor, el flaco tenía un aspecto frágil y vulnerable, del bolsillo del gabán se asomaba un libro de Noam Chomsky, por entonces un autor desconocido para mí. Treinta años después, ese mismo flaco me regalaría un libro de Chomsky en mi cumpleaños número cincuenta.

El flaco limpió prolijamente sus lentes y se secó los ojos que habían sufrido los efectos de los gases, Sentado a mi lado, lo oí decir, enojadísimo y entre dientes, algo sobre el aventurerismo. De pronto, empezó a buscar, con nerviosa desesperación, en sus bolsillos. ¨Qué horror¨, dijo apenado, ¨en la corrida perdí los cigarrillos.¨ Saqué entonces un cigarrio rubio de un paquete de importados, que compraba a un bagayero del bar donde con mi tío Pirulo vendíamos diarios y que yo había empezado a fumar regularmente. Le ofrecí uno, que aceptó inmediatamente con un gesto de evidente alivio. Extendiéndome la mano, me dijo: ¨Soy Daniel Bosch. … del Liceo Colón¨.

Hotel Cesar Park, Río de Janeiro, 1995. ¿Cuál es la palabra más dicha por los niños, en todos los idiomas, después de mamá, pichí, caca?

George Geldorf nos da la bienvenida al meeting de la división Río de la Plata. Es la primera vez en mi vida que estoy en un hotel cinco estrellas, en el área más exclusiva de Ipanema. No estamos solos en nuestro trabajo para la mayor marca de la tierra, nos dice George, una sutil mezcla de carioca y americano.

En salón del hotel hay directores de cuentas - el cliente en la agencia y la agencia en el cliente- directores creativos de Brasil, Argentina, Paraguay, Chile, Perú y Uruguay, cuyos representantes somos Daniel Bosch y por mí. ¨Esta noche, continúa George, ¨vamos a disfrutar de la recepciòn y en las jornadas que vienen vamos a trabajar duro, intercambiando experiencias, generando nuevas estrategias, planes e ideas para la compañía en la región. Dicho esto se afloja la corbata y empieza a tocar Georgia in my mind, que unos compases desués se convierte en Garota de ipanema, una de las melodías más populares del Siglo XX, después de Yesterday de los Beatles.

Mira que chica más linda, más llena de gracia /es esa muchacha, que viene y que pasa/con su balanceo, camino del mar.

En un aparte con el Flaco y con dos compañeros que vienen por Argentina- Jorge Garay y Pablo Escobar- les cuento que la canción que Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes no muy lejos de aquí.

Ella de cuerpo dorado, del Sol de Ipanema/y su balanceo, es todo un poema/ y nunca me mira siquiera al pasar.

Garay dice que la reunión se está volviendo un plomo, que en el salón no se puede ni hablar, que mañana habrá que laburar duro. Tiene ganas de hacer otra cosa, también tiene buen whisky y afirma que son suficientes razones para subir a su habitación después mandarnos mudar a alguna parte.

Cuando llegamos Garay abre una botella etiqueta negra que tiene todavía guardada en la bolsa del free shop y pide permiso para darse una ducha rápida. Antes bebe ávidamente un largo trago del pico de la botella como si fuera agua, mientras trata de localizar un canal argentino en el televisor.¨Quiero ver como salió Boca , dice y entra a la ducha.

Al salir del baño se pone una camisa de seda verde, el reloj con una gruesa malla de oro y se perfumó abundantemente, luchando con una hebra de cabello ralo en mollera, casi completamente calva, a la que asegura con fijador

¨Me voy a visitar el atorrantal, ¨dice Garay mientras guarda un fajo de billetes y el papel de migraciones en una carterita de mano. Pero deja cuidadosamente el pasaporte en la mesita de luz, hace un guiño cómplice y nos invita que lo acompañemos;.¨Vamos Uruguay, vamos al atorrantal ¨. Pablo , el Flaco y yo le decimos que tenemos decidido ir al bar ´Garota de Ipanema¨. en la Rua Vinicius de Moraes, 49. ¨¿Por qué? , pregunta Garay que le da un último beso a la botella de whisky.¨ Porque ahí Tom Jobim y Vinicius escribieron ¨Garota de Ipanema¨, le contestamos.¨Ah, mirá vos, perderse una noche fenomenal en Rio de Janeiro, para ir a un boliche donde no pasa nada, o lo que pasa ya pasó. Dos pelotudos le escriben una canción a una mina, de seguro una trola, y los señores van a ir a ver dónde fue, y después dicen que el sacado soy yo…. ¨, contesta Garay y salimos todos de la habitación. Él tras una hipotética zona roja . Nosotros, tras de la coordenada donde nació una leyenda.

Ipanema 1962, Bar Veloso, donde Helô Pinheiro, una chica de clase alta, inspiró una canción inmorta, mientras su padre conspiraba en un golpe de estado contra Joao Goulart.

El Bar ¨Garota de Ipanema¨ en la Rua Vinicius de Moraes, en Ipanema, Río de Janeiro, no es la gran cosa. Allí se puede comer bollitos de bacalao con papas fritas, pizzas y minutas, que suelen ser acompañadas por cerveza o caipirinha de limón. Este boliche, a pocas cuadras de la playa de Ipanema, es de medianas dimensiones. Dispone de una baranda que cerca las mesas instaladas sobre la acera .El mobiliario, aunque restaurado, es el mismo que estaba allí hace más de cuarenta años. Anteriormente llamado ¨Veloso¨, este popular café-bar está ubicado en un cruce dos avenidas importantes por las que transitan los cariocas que bajan a una de las playas más populares de la ciudad maravillosa. Allí nació la canción inspirada por Heloísa Envida Menezes Paes Pinto, también conocida como Helô Pinheiro, que vivía en la calle Montenegro y que pasaba todos los días camino de la playa, atrayendo todas las miradas masculinas, especialmente las de Tom y Vinicius, que según mi mujer ¨debían ser algo pedófilos¨.

El poeta diría años más tarde que aquella mujer de atractivas curvas, ¨era un don de la vida en su lindo y melancólico fluir y refluir constante¨. Heló tenía entonces apenas 16 años, era hija de un general duro y una mujer ultraconservadora. Era muy alta, 1.69 de estatura, cabello negro y liso hasta la cintura, ojos de un verde intenso y todo el sol carioca derramado sobre su cuerpo. Treinta años más tarde, el Coronel Dagoberto Rodrigues, que fue director de correos de Río y que respaldara al Presidente Goulart, me diría que sentía antipatía por esa bella mujer que le recordaba a su padre, un gorila devoto de la doctrina de la seguridad nacional.

Moça do corpo dourado/do sol de Ipanema/o seu balançado é mais que um poema/ é a coisa mais linda que eu já vi passar¨

Tom y Vinicius bebiendo religiosamente su whisky, escribieron la canción en representación del mundo que volteaba la cabeza detrás de la silueta de Helô.

Ipanema 1995, Bar ¨Garota de Ipanema, ¨donde dos pelotudos le escribieron una canción a una mina, de seguro trola¨, como cantaba Garay.

El asunto es sencillo, les dije a Pablo y al Flaco Bosch., para sentarnos en las misma mesa y en las mismas sillas que se sentaron Tom y Vinicius tenemos que sentarnos en todas. Entramos al bar y comenzamos a sentarnos, una por una, en todas las sillas y mesas libres. Desde la barra, el encargado comenzó a observarnos entre divertido y molesto. Quería saber qué hacíamos. Le preguntamos si el mobiliario era el mismo que en 1962, y contestó que sí. Entonces le explicamos por qué nos sentábamos un instante en cada mesa y en cada silla. El encargado nos preguntó entonces si éramos argentinos…

¨ No señor, dijo el Flaco Bosch en español y con gravedad borgiana , ¨somos uruguayos, acá el amigo es un gran admirador de la música brasilera, me entiende?

Quizás porque entendió que no éramos turistas depredadores o porque Pablo ya había ordenado cerveza y baurús para los tres, el encargado sonrió y nos dejó hacer.

El poeta escribiría después:

avenida vinicius de moraes

los amigos como niños devotos

de primera comunión

se sentaron una por una

en cada mesa

planeando como moscas

alí

tal vez ahí o un poco más allá

se sentaron tom y vinicius

los amigos ocuparon todas las sillas del bar

-en representación del mundo-

donde aquellos dos

fumaron cigarillos

y probaron la eternidad de la cerveza.

Al volver al hotel, Garay estaba hablando con el personal de seguridad. Estaba desaliñado y nervioso, y en su muñeca le faltaba el reloj de oro. Lo habían asaltado a dos cuadras del Cesár Park y había vuelto casi enseguida.¨Brasileros hijos de mil puta, me pelaron como un pollo¨, dijo cuando nos vió llegar.

Punta Carretas, noviembre 2007. Si la finadita de los Blanqué puede aparecerse por la casa, ¿por qué no él.

El 15 de noviembre el flaco Bosch falleció ¨de una cruel enfermedad,¨el eufemismo con el que solemos llamar al cáncer. El Tío Carlos organizó un almuerzo funerario con sus amigos en un restaurante de Punta Carretas para despedirnos, a nuestra manera, del flaco. El Tío, con su flema habitual, escondió el dolor que sentía pero organizó un encuentro lleno de risas, historias y los pedazos de vida de ese singular puzzle humano que es el Flaco Bosch.

Antes de ir al almuerzo, venía manejando por la rambla desde el centro y decidí detenerme en la casona donde funciona la agencia de publicidad donde vivimos tantas cosas con aquel muchacho del Liceo Colón.

La casona tiene su historia. El arquitecto Aldo Fabini, que dirigió la reformas de la misma, me contaba que a finales del siglo XIX una hija de los Blanqué, propietarios de la casa, había muerto el día de su boda en extrañas circunstancias. La desposada, una chica de quince años, había estado jugando a la gallina ciega y a las escondidas con sus amigos, hasta que desapareció. La buscaron en la playa, en el campo, por toda la casa, hasta encontrarla asfixiada en un baúl. El Flaco Bosch sacaba sus conclusiones, ¨la alta burguesía es capaz de tolerar el mayor horror, antes de exponerse al escándalo¨.

La enorme casa casi un siglo después, con sus escaleras, algunas de ellas crujientes y sus numerosas habitaciones resultaba un buen escenario para apariciones y sustos nocturnos. El amplio jardín, sin embargo, era un lugar tranquilo y acogedor, en el que muchas veces nos sentamos a hablar de trabajo, de ideas, del arte y de la vida, con el Tío y el Flaco Bosch.

Cuando bajé del auto, casi me pareció ver a estos empedernidos fumadores y me pareció sentir los ecos de esas conversaciones. Me senté un rato en el banco del jardín y de pronto vi un cigarrillo consumiéndose en el cenicero de pie. Y escuché su voz, diciéndome: No tuve tiempo de vivir, así que tampoco tengo tiempo de morirme. Es real, estoy con mucha cosa, estoy muy ocupado. Tengo apenas el tiempo de ese cigarrillo para compartir contigo. ¿Cómo era esa canción que escuchábamos en Río?

Ah, por qué estoy tan solo /ah, por qué todo es tan triste /ah, la belleza que existe,/ la belleza que no es sólo mía /y también camina sola. Ah, si ella supiera/que cuando ella pasa/el mundo sonriendo/ se llena de gracia/ y parece más lindo/gracias al amor.

Coke, Seudónimo con el que firmé el cuento .enero 2008

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