viernes, 21 de marzo de 2008

Para mis compadres(y sus madres)


Para mis compadres


“y sobre todo, el olor de la vida; el áspero, el salvaje olor de
la vida”. Leopoldo Maricha
l



a veces nos reímos de la muerte
porque soñamos con un viaje colosal de carreteras
con ponernos al mundo en el bolsillo
como una manzana primorosa
para darle una buena mordida
aunque después descubrimos que los cerdos
también comen manzanas
que james dean se había muerto
corrido por espectros
los mismos que reventaron de una cirrosis
el hígado de jack kerouac
con la aguja a charlie parker
y con metralla a aquel argentino
en la quebrada de los loros
pero aún así
a veces nos reímos de la muerte
nos sentamos a beber cerveza
y nos sentimos levemente inmortales
como las alas de los ángeles
entre los graznidos de los cuervos
y en el vientre mismo de la ballena
cuando nos reímos de la muerte
nos sentimos bellos y jóvenes de nuevo
y nos engrupimos tanto
que de pesados
le tocamos bien el culo a la melancolía
-la gorda brisca que inventó juan gelman-
le pateamos las bolas al dolor y al mismo mundo
y es en ese instante sublime
en el que la carne se despega del espanto
cuando las tías como secretarios del politburó
nos dicen que bajemos la música
pero estamos muy rock and roll
rubios de cerveza y con los ojos en el mar
sin oírlas
segumos riéndonos de la muerte
porque es la única forma de mirarla de frente.


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