domingo, 7 de octubre de 2007
CHE COMANDANTE, AMIGO
En el ´58, mis padres que eran muy jóvenes estaban ya cargados de hijos y de miseria.
Estábamos viviendo desde el año anterior en la casa de mi abuela materna, a la que llegamos de modo provisional y acabamos quedándonos muchos años. Teníamos destinadas dos habitaciones en aqella vieja casa, con pisos rotos y goteras que fueron uno de los grandes padecimientos de nuestra infancia, que nos llevó a odiar a la hermana lluvia que bendice los campos por los que nunca pasó dios(y esto es casi una cita a Yupanqui).
Mi padre que es peluquero llegó una noche con una radio eléctrica, aclaro esto porque no era portátil, pero si muy compacta y liviana, lo que permitía ponerla donde uno quería, a diferencia de la vieja radio de mi abuela, un aparato enorme y pesado que estaba siempre en un lugar preferencial de la casa, debajo del retrato de mi abuelo Cassiano.
Porque era un niño de riñones malos, que iba a la escuela para no tomar frío y tenía restringida mis salidas a la calle, mi padre me confió su radio. La escuchaba a toda hora, especialmente en la noche, donde además de programas en vivo, en fonoplatea como se decía, escuchaba un programa sobre la insurgencia cubana en Sierra Maestra.
Era un programa en una radio de derecha tradicional, Carve, en la que se emitía las noticias de los crímenes de la dictadura de Fulgencio Batista y los avances de la guerrilla comandada por Fidel.
Todas las noches mi corazón de chiquilín de barrio se estremecía con el padecimiento de hombres y mujeres distantes, en la para mí lejana y exótica isla de Cuba.
Me gustaba pensar que mi cumpleaños es sólo 10 días antes del 26 de Julio, el movimiento político liderado por Castro que había emprendido el fallido ataque al Moncada.
Seguramente, las peripecias vividas por los combatientes cubanos, desembarcados en el Gramma, daban a todo esto una atmósfera de heroísmo, propia de los films de aventuras que veía en el Roi o en el Metropol, los dos cines de mi barrio.
Por eso, yo vivía todo aquello con la emoción que me provocaban las películas de Gary Cooper o los libros de Emilio Salgari.
Desde entonces, fui solidario con la Revolución Cubana y adherí, sin cortapisas, a la gesta del Comandante Ernesto Guevara.
En 1959, después del triunfo de la Revolución, mi madre, pobrecita, fue a comprarnos útiles escolares al centro y se cruzó en pleno 18 de Julio con dos militantes del 26 de Julio que andaban paseando por Montevideo.
Le pidió a uno de ellos que firmara uno de los cuadernos y éste escribió una breve dedicatoria que firmó ¨Ricardo Baleadores¨,Hoy, que es víspera de la fecha del fusilamiento del Comandante Ernesto ¨Ché¨ Guevara, aquel niño que fui se para en la ventana para ver si pasan por mi calle sus banderas eternas de honor y de justicia
Frank Delgado, trovador cubano de la generación que Daniel Viglietti llama la Novísima Trova.
Palabras del Ché en Naciones Unidas, 1964
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