jueves, 26 de julio de 2007

VIEJAS PALABRAS, NUEVOS HORRORES



Ante los dichos de una periodista española, que anduvo por Montevideo, defendiendo y justificando la guerra del Líbano, descarada y alevosamente, decidí subir estas palabras que envié en su momento a mis amigos y compañeros.





Queridos compañeros:

hace un tiempo el profesor José Rilla me habló del libro ¨Hitler¨de Ian Kershaw, una obra tan voluminosa como apasionante sobre el nazismo, sus orígenes y la figura emblemática de un
movimiento político que es responsable de una de las peores pesadillas de la humanidad, tan sólo comparable en su espantosa dimensión con el genocidio de los millones de africanos sometidos a esclavitud y ¨exportados¨al continente americano en los siglos XVIII y XIX.
El nazismo para mí, como ex-estudiante de historia en el IPA y en la facultad de Humanidades y también como ser humano, tiene la inexplicable fascinación de los ojos de la serpiente.
Además, nací en Villa Muñoz, el barrio de la colectividad judía de Montevideano, y mis amigos, mis hermanos de la infancia, pertenecen a esa comunidad, de modo que he sentido desde la época escolar un compromiso socialista con el holocausto y el padecimiento de los judíos en Europa entre 1938 y 1945.
En el viejo cine Centenario vimos ¨El Fascismo corriente¨, ¨Roma ciudad abierta¨y otros filmes que nos hicieron antifascistas convencidos, dispuestos a patear el nido donde la serpiente volviera a empollar.
Santo Domingo, Viet-Nam, Argelia, fueron escenarios distintos pero iguales al Ghetto de Varsovia en e mismo ejemplar heroísmo de gente distante y extraña, pero con la que sentíamos una singular familiaridad. No creo tener ya tiempo de ir a Hanoi o Argel, pero podría decirles que conozco esos lugares, que nunca visité, y que ya nunca visitaré, donde se libraron batallas ejemplares contra embriones fascistas y genocidas.
Un amigo de la infancia, Leo, se recibió de médico en Uruguay y siguiendo su vocación sionista y la influencia de sus mayores, se fue a Israel a un Kibutz.
Pocos años después, lo reencontré en Montevideo donde volvió a vivir, y para siempre. ¨¿Por qué volviste?¨. le pregunté.
Tomó un largo sorbo al vaso de cerveza que estábamos compartiendo y me contestó: ¨Una vez en Gaza, estaba de franco como médico y salí a pasear. Los ojos aterrados de los palestinos, me hicieron sentir como un paracaidista francés en ¨La batalla de Argel¨. Cuando me dí cuenta de eso, decidí volver a Uruguay¨.
¨La batalla de Argel¨fue un film incómodo y crudo que vimos juntos y que lo ayudó a él a volver.
Miro los bombardeos sobre el Líbano, descomunales, desproporcionados, pero con la certera puntería de una alta tecnología de pesadilla.
Escucho la radio, y un hombre honrado y sencillo, se debate con las palabras para las que no es diestro, para decir: ¨Es espantoso, los países tienen que hacer algo...yo tengo cinco hijos y ayer después de ver la tele...ya no pude dormir...los países tienen que hacer algo ya...¨.
El que habla es un uruguayo, del interior, un hombre modesto, que dice que nunca se le había ocurrido antes, pero que decidió llamar, ¿para qué?, no lo sabe bien, pero él sintió que debía llamar y decir que paren con esta carnicería.
A esta hora, las 18 y 38 de la tarde, me siento igual que ese compatriota que vaya a saber en qué lugar de la patria, mientras se rompe el alma para darle de comer a sus cinco botijas, se pregunta por qué el mundo es un festín de lobos.
Nunca he tenido animosidad alguna contra el estado de Israel, nací en 1951, y ya era un hecho consumado, legitimado incluso por la intervención de un hombre principal que venía del batllismo y que acabaría sus años integrado a mi fuerza política, el profesor Rodríguez Fabregat.
Repudio, porque soy un admirador del espíritu de humanidad y tolerancia que está en la esencia del Islam(REMEMBER EL CALIFATO DE CORDOBA), todas esas demencias fundamentalistas de Al Qaeda y epígonos que también me resultan bastante nazis.
Pero, ahora, hoy, si pudiera gritar desde el fondo mismo desde mi tripas, gritaría:

VUELVAN ATRÁS Y EN NOMBRE DE LA HUMANIDAD PAREN YA EL BOMBARDEO SOBRE EL LÍBANO.


ISRAEL debe someterse, cosa que nunca hace, al dictamen de las Naciones Unidas expresado a través de su Secretario General.
No es un film de horror, aunque lo parezca, esas imágenes que envenenan el alma, el beso de mis hijos, el pan, el vino, el sueño, el libro y la tibia memoria
de mis muertos.

¿Para qué les escribo?

Para poder recuperar mi simpatía por lo humano.

Cuídense y vayamos al contraataque ¨hasta con flores¨.


Macu

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