miércoles, 17 de marzo de 2010

AY, CUBA.

Desde los 8 años de edad, cuando por mis riñones enfermos escuchaba la radio en la cama, he apoyado a la Revolución Cubana.
Por mi adhesión a la Revolución, pasé por las comisarías siendo un casi niño, por cuarteles con las medidas prontas de seguridad y me acostaron de un puñetazo en una seccional cuando le grité ¨viva Cuba¨a un milico.
Por Cuba, Rolan Rojas le escupió la cara a Dean Rusk, canciller yanqui, en la Plaza Independencia, lo recagaron a palos y cualquiera de los muchachos que fuimos se hubiera colocado en su lugar.
Tal era nuestra adhesión por la Revolución Cubana que su bandera ondeaba en cualquier acto de sindicatos, organizaciones sociales y gremios estudiantiles.
Mucho he amado a Cuba y su Revolución, en sus mejores hombres y mujeres, como Abel y Haydeé Santamaría, los elegidos de una edad de fuego y redención.
¿ Pero y ahora?
Han pasado 50 años de revolución, dejando por el camino vidas ejemplares como las del Ché y Camilo, y seguramente la de millares de internacionalistas cubanos que no nombran los libros de historia.
¿ Y ahora qué?
Hay presos de conciencia que si no fueran cubanos levantarían las pancartas de nuestras fuerzas políticas y sociales.
¨Un celular y una cuenta bancaria no es una gran reforma socialista¨, dice Pablo Milanés que no es un gusano precisamente. Y agrega, ¨esto va para atrás y Raúl Castro será responsable de otra muerte¨.
Me dicen, con los viejos argumentos del comunismo de la guerra fría, que Orlando Zapata Tamayo es un gusano repulsivo y que no figura en las listas de Amnistía.
¿ Y qué?
Está preso y a menos que tengan cargos de acciones terroristas concretas, poner bombas o cosas por el estilo, no se justifica su detención en las condiciones actuales.
¿O acaso llevamos una doble contabilidad, repudiamos Guantánamo, pero de los presos de Raúl nos callamos la boca?
Con Stalin y toda la majuga ¨soviética¨ya tuvimos bastante.
Estamos en el siglo XXI tratando de salvar al planeta por un lado, y poner sobre él un orden más justo, en mi entender, socialista.
Pero a mí que rechazo el infame bloqueo de la República de Cuba, no me obliga para nada con la camarilla cubana.
¿ Por qué, los que quieren enviar a casa a criminales de lesa humanidad no dicen nada de Cuba?
¿Por qué no condenan esta situación que nos aflige y nos desdibuja el sueño de Fidel?
Los compañeros socialistas uruguayos coreaban en los 80 una consigna que yo consideraba pelotuda: SOCIALISMO ES LIBERTAD.
Hoy me doy cuenta que el pelotudo era yo, el socialismo, el más real de todos los socialismos, es el que consagra la libertad como una bandera insoslayable.
Ay, Cuba.

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