Roberto Santoro nació en Buenos Aires el 17 de abril de 1939. Fundador de la revista literaria El Barrilete y de publicaciones como Gente de Buenos Aires y Papeles de Buenos Aires. Santoro fue desaparecido el 1° de junio de 1977 en su lugar de trabajo: la Escuela Nacional de Educación Técnica N° 25 “Teniente Primero de Artillería Fray Luis Beltrán”, en la calle Saavedra del barrio del Once, donde el poeta prestaba servicio de preceptor, con el cargo de subjefe.
Lluvia en la Villa
afuera
el agua cae
de arriba para abajo
adentro
el agua sube
de abajo para arriba
Los poetas de barrilete:
Roberto Santoro, Daniel Barros, Martín Campos, Ramón Plaza, Miguel Ángel Rozzisi, Marcos Silber, Alberto Costa, Carlos Patiño, Horacio Salas, Alicia Dellepiane Rawson, Rafael Vásquez, Felipe Reisin, ...
Roberto Santoro, Daniel Barros, Martín Campos, Ramón Plaza, Miguel Ángel Rozzisi, Marcos Silber, Alberto Costa, Carlos Patiño, Horacio Salas, Alicia Dellepiane Rawson, Rafael Vásquez, Felipe Reisin, ...
“Breve historia de Barrilete” por Rafael Vásquez
El primer número de la revista El barrilete apareció en agosto de 1963. Su “responsable” (editor, director) era un joven poeta luego secuestrado, hoy desaparecido: Roberto Jorge Santoro. Comenzaba una década que caracterizó a toda una generación, la del sesenta. Esa pequeña revista de ocho páginas, que salió mensualmente hasta diciembre de aquel año fue haciéndose notar y cobijando nombres nuevos, al lado de otros ya leídos: Miguel de Unamuno, Enrique Gonzlez Tuñón, Roberto Arlt, Antonio Machado, Vicente Huidobro, Ricardo Güiraldes, Baldomero Fernández Moreno, Rainer María Rilke. En una sección fija –“El barrilete de Buenos Aires”- se publicaron letras de tango de Homero Manzi, de Dante Liyera, de Enrique Santos Discépolo; poemas de Juan Pedro Calou, Gustavo Riccio, Evaristo Carriego.
“Roberto Santoro: rejuntando pedazos de a cachitos” por Poni Micharvegas
La escena fugás transcurre en el puerto de Buenos Aires. Nunca supe cuándo fue. Si en el mismo nefasto 76 o en los meses inisiales del 77. Un barco de pasajeros va a sarpar rumbo a Europa. Entre los que se despiden en la dársena - ha desidido dejar el país terremoteado por una violensia desatada e incalculable -, está el poeta Luis Luchi. Sus companieros de aventuras líricas, Roberto Santoro entre eyos, le abrasan y le besan. También lo hasen con Nélida, la cumpa de Luchi. Hay una emosión mas que honda. Ahogante. Luisito –así le yamábamos a Luchi los prósimos y los prójimos -, le pregunta a Santoro: “Y vos, Roberto, cuándo te embarcás? Tendrías que hacerlo cuanto antes”. Luisito me narró muchas veses aquel episodio que, según él, hubiera cambiado la vida de Santoro. Para Luchi era como una idea recurrente, una obsesión pertinás. “Tengo una responsabilidad, Luchi. Yo me quedo. Compartiré con los cumpas lo que venga…”.
“Salimos a remontarnos” por Alberto Costa
“Esa era la consigna del grupo Barrilete. Estaba escrito en la cola del barrilete que hacía de logotipo. Ahora, a más de 35 años de distancia, pienso que no nos dimos cuenta que el piolín no era elástico, pero en aquellos años los límites eran el desafío, eran como la soga, estaban para saltárselos. Santoro trabajaba en el Sindicato de Músicos, tal vez por eso empezamos a pensar en la SADE (Sociedad Argentina De Escritores) como en nuestro sitio natural, tenía que ser nuestro sindicato. Éramos todos escritores, "rantes" por vocación, "muchachos de barrio" que escribían poesía, y no teníamos porqué hacernos a un lado y dejar nuestra casa sólo para los Aristócratas de la Literatura. El principio era asociarnos y para eso había que tener, como mínimo, un libro publicado. Nos hicimos Editorial...”
Los “Informes” de Barrilete, por Carlos Patiño
No bastaba el taller, no bastaba la revista, no bastaban las lecturas de poemas en bares, sociedades de fomento, clubes de barrio, universidades y teatros que el grupo Barrilete hacía cada fin de semana y a veces hasta cada día.
El primer número de la revista El barrilete apareció en agosto de 1963. Su “responsable” (editor, director) era un joven poeta luego secuestrado, hoy desaparecido: Roberto Jorge Santoro. Comenzaba una década que caracterizó a toda una generación, la del sesenta. Esa pequeña revista de ocho páginas, que salió mensualmente hasta diciembre de aquel año fue haciéndose notar y cobijando nombres nuevos, al lado de otros ya leídos: Miguel de Unamuno, Enrique Gonzlez Tuñón, Roberto Arlt, Antonio Machado, Vicente Huidobro, Ricardo Güiraldes, Baldomero Fernández Moreno, Rainer María Rilke. En una sección fija –“El barrilete de Buenos Aires”- se publicaron letras de tango de Homero Manzi, de Dante Liyera, de Enrique Santos Discépolo; poemas de Juan Pedro Calou, Gustavo Riccio, Evaristo Carriego.
“Roberto Santoro: rejuntando pedazos de a cachitos” por Poni Micharvegas
La escena fugás transcurre en el puerto de Buenos Aires. Nunca supe cuándo fue. Si en el mismo nefasto 76 o en los meses inisiales del 77. Un barco de pasajeros va a sarpar rumbo a Europa. Entre los que se despiden en la dársena - ha desidido dejar el país terremoteado por una violensia desatada e incalculable -, está el poeta Luis Luchi. Sus companieros de aventuras líricas, Roberto Santoro entre eyos, le abrasan y le besan. También lo hasen con Nélida, la cumpa de Luchi. Hay una emosión mas que honda. Ahogante. Luisito –así le yamábamos a Luchi los prósimos y los prójimos -, le pregunta a Santoro: “Y vos, Roberto, cuándo te embarcás? Tendrías que hacerlo cuanto antes”. Luisito me narró muchas veses aquel episodio que, según él, hubiera cambiado la vida de Santoro. Para Luchi era como una idea recurrente, una obsesión pertinás. “Tengo una responsabilidad, Luchi. Yo me quedo. Compartiré con los cumpas lo que venga…”.
“Salimos a remontarnos” por Alberto Costa
“Esa era la consigna del grupo Barrilete. Estaba escrito en la cola del barrilete que hacía de logotipo. Ahora, a más de 35 años de distancia, pienso que no nos dimos cuenta que el piolín no era elástico, pero en aquellos años los límites eran el desafío, eran como la soga, estaban para saltárselos. Santoro trabajaba en el Sindicato de Músicos, tal vez por eso empezamos a pensar en la SADE (Sociedad Argentina De Escritores) como en nuestro sitio natural, tenía que ser nuestro sindicato. Éramos todos escritores, "rantes" por vocación, "muchachos de barrio" que escribían poesía, y no teníamos porqué hacernos a un lado y dejar nuestra casa sólo para los Aristócratas de la Literatura. El principio era asociarnos y para eso había que tener, como mínimo, un libro publicado. Nos hicimos Editorial...”
Los “Informes” de Barrilete, por Carlos Patiño
No bastaba el taller, no bastaba la revista, no bastaban las lecturas de poemas en bares, sociedades de fomento, clubes de barrio, universidades y teatros que el grupo Barrilete hacía cada fin de semana y a veces hasta cada día.
El vértigo de la década del 60 exigía más: más trabajo, más presencia, más velocidad.
Así nacieron los INFORMES, para responder a esa necesidad.
El primero: el INFORME SOBRE LAVORANTE. Como se recordará, Alejandro Lavorante fue un boxeador de peso pesado que, apresado en la maquinaria de los promotores, fue obligado a sostener un combate muy poco después de haber perdido una o dos peleas por KO, mucho antes de lo señalado por los reglamentos en casos semejantes.
Le costó la vida. La muerte de Lavorante acongojó al país, porque era muy querido y se la equiparó - y lo fue, en realidad - al homicidio.
Allí la idea fundamental de los Informes se puso en marcha. Cuando el casi cadáver del infortunado muchacho arribó a Buenos Aires - en estado vegetativo, muriendo poco después - ya el grupo Barrillete había vendido, en las calles, bares y plazas, más de 3.000 ejemplares de ese primer Informe, en donde se atacaba fundamentalmente ese comercio al que no le interesa para nada la vida de las personas. Y al sistema que lo produce y protege, por supuesto...
Pueden leer más sobre Roberto y el Grupo Barrilete en: www.aromitorevista.blogspot.com
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