Estaba en la escuela y había estado bastante enfermo de los riñones durante el invierno, así que el comienzo del verano me encontró todavía bastante metido en mi casa.
Me dejaban salir poco a la calle y pasé bastante tiempo en cama, así que la radio era toda mi diversión. Desde agosto, o fines de julio, seguí desde la Sierra el camino de la Habana que sangre y fuego venían recorriendo Fidel y los suyos.
Yo tenía 8 años, y en mi corazón ya latía mi simpatía por la Revolución Cubana.
50 años después, con sus luces y sus sombras, sigo del lado de los barbudos.
VIVA CUBA, VIVA LA REVOLUCIÓN, VIVA FIDEL, VIVA PARA SIEMPRE EL COMANDANTE ERNESTO GUEVARA.
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