Mirando la frivolidad, la tontería de plástico y las boludeces de esta era del vacío, con el Flaco Bosch rumiábamos nuestra decepción como dos viejos gruñones. En medio del vértigo que era su vida, especialmente cuando ya no trabajábamos juntos, en los diez minutos, controlados por reloj, que me dispensaba para hablar de la vida y otras cosas, Daniel Bosch solía decirme: ¨Ganaron los escolares¨.
Era su forma de evaluar la mediocridad imperante, la falta de ideas y de talento que veíamos a nuestro alrededor, consecuencias de una sociedad que excluyó sistemáticamente durante las últimas cuatro décadas a buena parte de su población y que dejó derrumbarse el sistema educativo, que alguna vez fue orgullo de los uruguayos.
¿Cómo sorprendernos entonces con tanta ignorancia supina, tanta falta de sensibilidad y de creatividad legítima?
A veces, nos refugiábamos en los recuerdos de los fermentales años 60, el único antídoto a mano para bancarnos la chatura y la estupidez. Pero aunque yo me bebía la frase, ¨Ganaron los escolares¨, junto con el café aprobatoriamente, debo decirle al Flaco que estaba equivocado.
Debo repetir con otro flaco, Spinetta, ¨que por mucho que me fuercen, yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado, fue mejor. Mañana es mejor¨.
Y es así.
Esta ilustración es de un hombre joven, un talento de Mc Cann Erickson, la agencia a la que Bosch dedicó su vida y yo una parte de la mía, nuestra casa querida, plena de recuerdos de grandes batallas y con la presencia emblemática del Tío.
Martín Olivera se equivocó en su apreciación. también yo me equivoqué.
Esta ilustración que sintetiza talento y sensibilidad, prueba que sigue habiendo seres valiosos capaces de recoger el eco de lo que antes hubo.
¿Cómo sorprendernos entonces con tanta ignorancia supina, tanta falta de sensibilidad y de creatividad legítima?
A veces, nos refugiábamos en los recuerdos de los fermentales años 60, el único antídoto a mano para bancarnos la chatura y la estupidez. Pero aunque yo me bebía la frase, ¨Ganaron los escolares¨, junto con el café aprobatoriamente, debo decirle al Flaco que estaba equivocado.
Debo repetir con otro flaco, Spinetta, ¨que por mucho que me fuercen, yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado, fue mejor. Mañana es mejor¨.
Y es así.
Esta ilustración es de un hombre joven, un talento de Mc Cann Erickson, la agencia a la que Bosch dedicó su vida y yo una parte de la mía, nuestra casa querida, plena de recuerdos de grandes batallas y con la presencia emblemática del Tío.
Martín Olivera se equivocó en su apreciación. también yo me equivoqué.
Esta ilustración que sintetiza talento y sensibilidad, prueba que sigue habiendo seres valiosos capaces de recoger el eco de lo que antes hubo.
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