Hace 20 años el Negro Olmedo saltaba a la leyenda y nos dejaba a merced de los caretas, de los cara de culo y los siempre pálidos.
El mundo de la lógica de los carapálidas y los graves dictámenes se libró de otro negro atorrante.
Hoy 5 de marzo, miro al cielo nublado de Montevideo y sus antenas, por donde ingresan los intrusos de la farándula porteña y sus secuaces, y pienso en vos Alberto.
No hay repuestos para tus muñecos jodones y perturbadores, no hay forma de sustituir la máquina de hacer reir y de soñar.
Alberto Olmedo, maestro rosarino del buen reír, no te olvidamos.
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