lunes, 5 de noviembre de 2007
EL GOYO, EL GOYO VA A CAER.
Gregorio Alvarez. prepotente y soberbio, paladea su impunidad cada vez que aparece en los medios masivos.
Parece ¨intocable¨, definitivamente fuera de toda justicia, pero aunque ha tardado parece que le llega la hora.
En los primeros meses de 1971, dentro del Ejército uruguayo se creó una estructura que, con el correr del tiempo, se transformaría en el Estado Mayor Conjunto (ESMACO).
La misión de ese organismo era la de establecer un cuadro diagnóstico de la situación nacional, diseñar la colección de información y su posterior procesamiento, delinear líneas de acción contra la 'sedición'.
Al frente de ese organismo se encontraba un oficial entonces recientemente ascendido: el general Gregorio Conrado Álvarez Armeguino, nacido en Montevideo en 1926.
El Gral. Álvarez no fue uno de los conspicuosconspiradores militares, que con el pretexto de la ¨lucha antiguerrillera¨, se movían amenazantes a espaldas del poder político vigente. Para conspirar hace falta una capacidad intelectual de la que el Gral. Alvarez carece, en todo caso era, a principios de los ´70 apenas un intrigante.
Alvarez , de extracción blanca( a pesar de que persiguió incansablemente y encarceló a Wilson Ferreira Aldunate, líder del Partido Nacional) se sirvió de una logia interna del ejército,¨los Tenientes de Artigas¨, para intrigar con las fuerzas más conservadoras del arma que propiciarían el golpe de Estado.
En aquel organismo que dio lugar al ESMACO fueron integrados unos cuantos coroneles que luego constituirían el cerno de la dictadura y secundarían a Gregorio Alvarez.
ESCUELA DE GORILAS, SEGUN EL MODELO FRANCÉS APLICADO EN ARGELIA.
En 1971, aquellos militares tenían la misión de estudiar aspectos estratégicos para la marcha del país: el plano macroeconómico, la realidad socioeconómica concreta, los transportes, la producción de carne, los conflictos y relaciones laborales, los temas energéticos y el análisis de la corrupción, particularmente en el sector financiero.
Aquel organismo era no sólo un centro para definir estrategias anti subversivas sino, también, una escuela de gobierno.
Con el paso de los años, se convertiría en una verdadera escuela del crimen vinculada a los más atroces asesinatos políticos pero también a una serie de homicidios poco divulgados y cuyas motivaciones centrales fueron el enriquecimiento ilícito personal en nombre de la salvación de la Patria.
En ese plano, el teniente general Gregorio Alvarez fue un protagonista destacado.
Sobre este punto conviene recordar que el artículo segundo del primer capítulo de la Ley de Caducidad,( ley que una gran parte de la sociedad uruguaya quiere anular), en su inciso B establece que no caducan aquellos "delitos que se hubieran cometido con el propósito de lograr, para el autor o para un tercero, un proyecto económico".
PATRÓN DE PASTOREO
El teniente general Gregorio Alvarez es hoy propietario de campos y ganados y, por lo menos, de una suntuosa residencia ubicada en Campbell y Américo Ricaldoni, en el recoleto barrio de Pocitos, al tiempo que sigue percibiendo una jubilación de privilegio como ex 'presidente' de la 'República' y otra correspondiente a su condición de 'patrón de pastoreo', como cínicamente se definiera ante el Banco de Previsión Social.
A diferencia de su par Augusto Pinochet, Álvarez no ha sido investigado por la comisión de ilícitos económicos a pesar de los fuertes indicios existentes en ese sentido. Entre esos indicios corresponde mencionar el así llamado 'Operativo Conserva', las presiones indebidas sobre propietarios rurales, sus relaciones non sanctas con la Logia P2 -en especial con Licio Gelli y Umberto Ortolani-, su vinculación a una organización encabezada por Julián Safi, sus posibles cuentas en el exterior, las maniobras con el mármol utilizado en la construcción del Mausoleo de Artigas y que culminaran con el homicidio del contador José González, el homicidio del también contador Sáenz y la desaparición de Américo Soca, 'Soquita', un prestamista que se excedió en una calesita realizada con dinero de los generales de la dictadura, y la ejecución en París de su opositor, el coronel Ramón Trabal, quien había investigado las conexiones económicas del Uruguay pre dictatorial.
Más allá de todos esos indicios que la Justicia hubiera debido investigar de oficio por no encontrarse comprendidos en la Ley de Caducidad, Gregorio Álvarez (a) 'Goyo' o 'El Petizo' encabezó la mayor asociación para delinquir con fines de lucro en la historia de la delincuencia nacional.
En efecto, Álvarez fue el capo di tutti capí en la organización paralela que, con anclaje en el Servicio de Información de Defensa (SID), realizó saqueos, secuestros extorsivos y asesinatos en serie y que en su integración contó con figuras fulgurantes como los Gavazzo, los Silveira, los Sande, los Medina y otros que hoy han pasado a un segundo plano en la consideración pública y oficial: Pedro Matos (a) 'El Burro' (segundo jefe operativo del SID presente en Orletti) y el coronel Eduardo Ferro.
Gregorio Alvarez fue el último ¨presidente¨de la dictadura.
Hasta hoy, a pesar de que la Ley de Caducidad, un vergonzante perdona tutti,permite sin embargo la investigación y procesamiento de los delitos económicos, Alvarez ha expuesto con soberbia su impunidad.
Pero se acaba, como un nudo corredizo, la justicia comienza a cercarlo y parecería que sus días de prepotente libertad están contados.
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