hay domingos en los que el final de la tarde
es como un pasillo de hospital
y aquellos caballos de mi infancia
locomotora de mi corazón
son una puñalada de luz en el costado izquierdo
abriendo una línea blanca
-como la de la tribuna olímpica-
para que juan joya cordero
cruce en una ráfaga de memoria.
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