sábado, 30 de junio de 2007
FRUTO MADURO DEL ARBOL DEL PUEBLO
Tristecía por milonga
después de cien mil cigarrillos
de menos
alfredo zitarrosa se aparece
en la noche de mis sábanas
diciéndome con obstinación perruna:
“no me vendas ni me compres,
que no soy mercancía, muchacho”
caprichosa manera de presentarse
con el impecable traje oscuro
la boca grave y honda como un libro
el labio pegado al cigarrillo
“el que me debe la vida, hermano”
-dijo sin quejarse-
sonrió como sólo puede hacerlo
aquel que sabe poner comas
puntos y aparte
adjetivar sin dar muerte a las cosas más bellas
alfredo dio una pitada gloriosa
y apoyado en la ventana susurró
-como una cadena
deslizándose en la rondana-
“ya viene el día, cuidáte”
para salir apenas por un rato
al Otro lado.
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